El árbitro pita la falta, mi familia salta de la alegría. “¡Vamos Ñol!”, repetía el narrador en la pantalla, y yo no entendía nada. Que voy a entender si tenía 5 años de edad. Que voy a entender si cuando mi familia se sentaba a ver eso que llamaban “fútbol”, hinchaban por equipos que vestían de blanquiazul, cremas y rojinegros (mi padre es arequipeño); y ahora los veo como locos gritando las jugadas de un equipo a la cual siempre llamaban “chico”.
Yo realmente seguía sin entender, mi padre justo ese año me comenzó a llevar a los estadios, recuerdo en ese entonces que para mis los estadios eran más grandes de como los veo ahora. Conocí Matute y el Nacional; pude ver en acción a cremas, blanquiazules, rosados, ediles y celestes. Pero para ese entonces mis distracciones eran otras, repetía “Arriba Alianza” por amor a mi madre que desde pequeño ya me vestía con esos colores; a mi padre no le importaba, él era consiente que difícilmente me vuelva hincha del Melgar, como lo es él, pero si algo me contagio fue su amor por el fútbol. Yo amaba a mi padre y si quería pasar tiempo con él, era viendo fútbol. No tengo otro recuerdo de él que no sea ir a un estadio o ir a la loza de mi barrio a ver como jugaban los muchachos de entonces. Pero era muy pequeño y aun me costaba entender, el por qué se alocaban tanto; yo también quería sentir esa euforia. Lo único que hacía era repetir como mono lo que ellos hacían porque a esa edad buscamos ser aceptados, pero bastaba una distracción, un juguete por ahí y volteaba mi cabeza y me desconectaba de ese planeta llamado fútbol.
Fue el 13 de Agosto del 1997, donde todo cambio. Lima amaneció distinta, se sentía en el ambiente que nada iba ser lo mismo. En el mismo nido al cual iba no dejaban de hablar del partido, mi abuelo me recogió del nido y con quien se cruzaba en la calle no había otro tema en la noche que de la “Final”. Yo dentro de mi decía: “Jugará Alianza” porque toda mi familia es blanquiazul y para que se emocionen tanto, no había otra explicación.
Llego la noche, y resulto que jugaba ese equipo “chico” que tanto insultaban mis tíos, “Juega el Perú” me decía mi papá al ver mi cara de intrigado. El partido era un sufrimiento constante, hasta que el árbitro pito la falta, era un tiro libre perfecto para el tal “Ñol”. No había visto a mi familia tan emocionada desde que empezó el juego. El tiro fue directo al cuerpo del arquero, y dio el rebote. Yo me pare para gritar el gol, toda mi familia se puso de pie, “ ¡Ya Julinho!... Dásela al pelado!! Al Pelado!!”. No lo podía creer, el tiro fue a dar de nuevo al cuerpo del arquero, todos nos miramos las caras… El grito de “GOL” nunca llego, no podía creerlo, hasta comencé a entender lo importante de esa jugada. Iba a ser más mágico eso, porque iba ser mi primer grito de gol, pero ese grito de gol puro ,de esa magia que solo un gol tan importante te genera. No iba a ser otra monería más, que porque mi familia lo gritaba, yo también lo hacía, esta vez iba ser diferente. Iba a nacer de adentro, de donde muchos hinchas sentimos y no sabemos cómo explicarlo. Un rato después la tristeza inundo no solo mi casa, mi cuerpo, inundo al país. Tiro de esquina y gol brasileño, no lo podíamos creer. El partido cambio de rubro, de lo que habíamos empezado esperando atrás para el contragolpe, ahora era un ataque constante de nosotros y ellos esperando atrás a que termine el encuentro.
Terminó el encuentro y comenzaron a celebrar en la televisión, yo quería celebrar igual, pero con los nuestros. Sentía un dolor tan grande, y aún conservaba ese nudo en la garganta que me había provocado aquella jugada. Fue la primera vez que me pregunte: ¿Y si ese balón hubiese entrado?.
Me di cuenta que me había enamorado por primera vez, después de tantas veces de preguntarme de que hincha soy, pues ya lo tenía claro. Tengo una revancha que sé que todos los fanáticos celestes aún tenemos, desatar por fin ese nudo de la garganta que generó esa jugada. El camino ya lo conocemos, ya llegara el año en el que por fin seamos los campeones, ya voy 16 años esperando eso y seguiré esperando una eternidad, pero ese nudo se ha de desatar cuando gritemos ese gol que nos lleve alzar esa copa.
Fauper Ancasi - Hincha de a pie
Fauper Ancasi - Hincha de a pie